Bajante histórica de la Cuenca Paraguay-Paraná: El impacto económico y los desafíos de producción

La cuenca de los ríos Paraná y Paraguay enfrenta una de las bajantes más significativas de su historia, afectando tanto la navegabilidad como las actividades productivas de la región. Este fenómeno, impulsado por la escasez de lluvias y la deforestación durante los últimos meses, es resultado de una alta variabilidad climática que marcó el ciclo hídrico desde 2019. Ante este panorama, técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Instituto Nacional del Agua (INA) analizan la situación y brindan recomendaciones para mitigar los efectos en la producción.


08 de octubre de 2024

Un impacto económico devastador

El tráfico mercantil está en peligro. La falta de navegabilidad está obligando a los exportadores a buscar otras alternativas más costosas para transportar mercadería como combustible, granos y carne.

El río Paraguay, que registró en Asunción un nivel de -1.43 metros, marca un nuevo récord de mínima histórica. La navegabilidad por la Hidrovía Paraguay-Paraná está severamente comprometida. El presidente del Centro de Armadores Fluviales y Marítimos (CAFYM) dijo que el sector fluvial podría perder alrededor de 200 millones de dólares en 2024 debido a la reducción del 30% en el volumen transportado en comparación con 2023.

La situación empeora debido a la propuesta de que, en la futura licitación de la Hidrovía, se pague por tramo recorrido, lo que transferiría los costos del dragado y mantenimiento a las embarcaciones de menor calado. Esto perjudicaría a operadores más pequeños y acentuaría la crisis en un contexto de bajante, donde las necesidades de dragado son cruciales.

Situación hidrológica actual

El panorama hidrológico es crítico. Según el INA, la gran cuenca Paraná-Paraguay está mostrando los efectos de una escasez persistente de lluvias. Las reservas hídricas no se han recuperado a pesar del evento climático, El Niño, que trajo un mejor régimen de lluvias en la campaña 2023-2024.

Si bien puede llover, aunque sean 200 milímetros de golpe, el agua se va en 10 minutos. Por otro lado, en el Paraná lo que importa es el agua que viene de las nacientes del Paraguay. Es ahí donde tendría que llover para que se recuperen los volúmenes de agua en las represas.

Desde el Instituto Nacional del Agua dicen que cuando se construyeron las represas, se garantizó un mínimo de metros cúbicos por segundo, lo cual te asegura, un hilo de agua. Paraguay no tiene represas, entonces cuando deja de llover, se quedan secos.

El almacenamiento en la represa de Yacyretá se sitúa entre los 8.000 y 9.000 m³/s, cuando históricamente se espera un caudal de entre 12.000 y 16.000 m³/s. Este déficit tiene efectos no solo en la navegabilidad, sino también en la agricultura, particularmente en cultivos bajo riego como el arroz.

Además, la bajante actual, en comparación con la de 1944, se ubica como una de las más graves. En aquella ocasión, los caudales se redujeron a 4.092 metros cúbicos por segundo en octubre, mientras que hoy en día se mantienen apenas por encima de esos valores. Si bien el fenómeno de El Niño ha mejorado parcialmente la situación, los caudales normales de 15.000 a 16.000 m³/s están lejos de recuperarse.

Recomendaciones para los Productores

El INTA Corrientes sugiere a los productores agrícolas y ganaderos adoptar medidas preventivas para minimizar las pérdidas. En el caso del arroz bajo riego, según el coordinador del INTA, destacó que no deberían esperarse grandes reducciones en la producción si se han realizado las inversiones necesarias para adecuar los sistemas de riego. Sin embargo, los ganaderos de las islas podrían enfrentar problemas de disponibilidad de forraje debido al secado de áreas ribereñas.

Para ambos sectores, la recomendación principal es no retrasar las labores y ajustar los sistemas de acceso al agua. Además, desde el INTA Corrientes, también sugieren priorizar los lotes con mejor acceso al riego y verificar las condiciones de los alambrados cercanos a los cursos de agua.

Las proyecciones para los próximos meses no son alentadoras. La recuperación de los caudales será lenta y aún dentro de un contexto de aguas bajas. El clima sigue siendo el principal factor que define la evolución de esta crisis. Asimismo, los operadores de la Hidrovía y los puertos se enfrentan a nuevos desafíos: por ejemplo, el puerto de Buenos Aires y el Centro de Navegación buscan que, en la próxima licitación, se cobre por tramo recorrido, lo que podría incrementar significativamente los costos operativos para quienes transportan mercaderías por el río.

Este escenario, junto con las deficiencias en la infraestructura para el dragado y mantenimiento de los canales, agrava la situación. A medida que los buques de mayor calado buscan completar su carga en otros puertos, como Bahía Blanca, y la capacidad de los puertos sobre el Paraná disminuye, el impacto sobre las economías regionales y la agroindustria será cada vez más evidente.

El domingo pasado, la gente cruzaba caminando porque el río estaba bajo. Lo mismo está sucediendo en el Amazonas, en Perú y todo depende de la lluvia.

Los expertos coinciden en que la adaptación y la gestión eficiente del agua serán claves para mitigar el impacto de este fenómeno, cuyas consecuencias se sienten no solo en la producción, sino también en la vida cotidiana de las poblaciones costeras.