Morgan, mirando el Paraná con el parche puesto y la paciencia agotada
Pibe: – Morgan… me llegó el dato de que iban a hacer una terminal en Puerto Ibicuy. ¿Es cierto eso?
Morgan: – Es cierto, Pibe. Una inversión de 12 millones de dólares, dijeron. Una obra que iba a modernizar la terminal, generar trabajo, traer movimiento. Pero hasta ahora, lo único que trajo fue azufre… y del peor.
Pibe: – ¿Azufre? ¿Qué tiene que ver?
Morgan: – Trajeron toneladas, lo dejaron a cielo abierto. Sin taparlo, sin cuidados, como si fuera arena de playa. Y ahora con las lluvias, el azufre camina. Se mete en el aire, en el agua, en los pulmones. Ibicuy está respirando veneno mientras espera una obra que no empieza.
Pibe: – ¿Pero no hay contrato? ¿No hay controles?
Morgan: – Contrato hay, claro. Con cláusulas, concesiones y promesas. PTP Warrant S.A. lo firmó con bombos y platillos. Pero la inversión real todavía no llegó. Lo único que llegó es el olvido, el polvo amarillo y el silencio.
Pibe: – ¿Y nadie dice nada?
Morgan: – Algunos vecinos se quejan, otros ya naturalizaron el olor a azufre. El Ente Autárquico del Puerto… bien, gracias. Todos mirando para otro lado. Como si contaminar fuera parte del desarrollo.
Pibe: – ¿Y la plata?
Morgan: – La plata… debe estar anclada en alguna cuenta de Excel, esperando condiciones que nadie explica. Mientras tanto, lo que sí flota es el incumplimiento. Y lo que baja con la lluvia no es trabajo, es azufre que quema y contamina.
Pibe: – ¿Entonces no se está haciendo nada?
Morgan: – Nada, Pibe. Ni obra ni infraestructura. Ni siquiera el mínimo cuidado ambiental. Puerto Ibicuy hoy es una postal del abandono: promesas millonarias, pero sin inversión real… y con residuos peligrosos al aire libre.
Pibe: – ¿Y quién tiene que intervenir?
Morgan: – El gobierno provincial, el nacional, los organismos de control. Alguien tiene que levantar la vista y darse cuenta que no se puede rifar el río así nomás. Que los puertos no son solo puntos de carga: son territorios, son comunidades, son vida.
Pibe: – ¿Y qué pasa si no hacen nada?
Morgan: – Pasa lo que ya está pasando, Pibe. Se enferma la gente, se envenena el agua, se pierde la confianza. Y encima después te venden la mentira de que "es el precio del progreso".
Pibe: – ¿Y vos qué harías, Morgan?
Morgan: – Yo taparía el azufre ya, sin esperar ni media tormenta más. Y después exigiría que cumplan con cada centavo prometido. Porque si no hay inversión real, entonces que devuelvan la concesión y se vayan por donde vinieron.
Pibe: – ¿Y mientras tanto?
Morgan: – Mientras tanto, que la gente sepa. Que no se coman el cuento de la terminal modelo. Que lo único que llegó hasta ahora es un polvillo tóxico que arde en los ojos y duele en la garganta. Que el futuro no se construye con anuncios sino con hechos. Y que al río, Pibe… al río no se lo contamina impunemente.
Pibe: – Morgan… ¿y si llueve otra vez?
Morgan: – Que alguien se prepare para hacerse cargo. Porque cuando el azufre baja… ya no hay discurso que lo tape. Esto no me cierra pibe. Acá hay gato encerrado.