Cierra un año complicado para el comercio exterior en general y las importaciones en particular
Presentamos un balance del 2014 y las perspectivas para el año que comienza según la mirada del presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (C.I.R.A.), Ing. Diego Pérez Santisteban,
Los principales "fundamentals" evidencian que el 2014 fue un mal año para la economía local: el nivel de actividad, según fuentes privadas, se contraería entre un 2,5% y 3%; la desocupación trepó a 7,5%; la inflación real subió un nuevo escalón, pasando del 25% al 35%, y la evolución del tipo de cambio se ha separado sensiblemente del crecimiento de los costos internos. Merced a arreglos puntuales y de corto plazo (swap con China, préstamos del Banco de Francia y del Banco de Basilea, licitaciones del espectro 4G, entre otros), las reservas internacionales no descendieron por primera vez desde el año 2010, aunque por haberse tratado de arreglos de "única vez", será muy difícil que se repitan en 2015 .
Si bien en este magro desempeño influyen causas internacionales, el estancamiento de Brasil o el fortalecimiento del dólar (que repercute en un menor precio de las materias primas que nuestro país exporta), las causas domesticas aparecen como efectos determinantes, siendo la escasez de dólares netos probablemente la más importante de ellas, junto a las caídas simultáneas de producción industrial y consumo. En cierta forma, el Gobierno decidió con su política económica resignar crecimiento en pos de reducir la demanda de dólares y sostener así la calma en el sector cambiario.
En este contexto, el comercio exterior en general y las importaciones en particular se vieron afectadas de forma negativa. Cuidar las reservas pasó a ser un objetivo supremo de la política económica, y en ese contexto todo lo que demandara dólares fue objeto de especial seguimiento. Las importaciones constituyen un factor esencial en esa demanda de dólares, y por ende fueron una variable clave que se monitoreó e intentó ajustar en todo lo posible. En ese camino, se mantuvieron latentes los riesgos de afrontar consecuencias cualitativas y cuantitativas no deseadas, por demorarse de forma más o menos transitoria el abastecimiento externo destinado a la producción industrial, agropecuaria, la infraestructura de servicios públicos y privados, y las necesidades de consumo de la población, de bienes que carecen en una importantísima proporción de una contrapartida de producción local equivalente, reflejándose esos riesgos en distintos reclamos que los sectores usuarios hicieron trascender en cada oportunidad buscando provocar rápidas correcciones.
En números, en el pasado 2014 las importaciones han sumado US$ 65.249 millones, lo que significa una contracción de 11,4% respecto del año anterior. Desagregando por rubros, bienes de capital fue el único que observó un modesto incremento respecto del año anterior: 4,3%. De forma inversa, las importaciones de vehículos experimentaron la mayor contracción anual, con una caída de 49,3% respecto de 2013; seguido por las piezas y accesorios (-21,9%); los bienes de consumo (-10,2%); los combustibles y lubricantes (-3,9%) y los bienes intermedios (-3,9%).
Un punto a destacar es que la caída en las importaciones de energía (rubro "combustibles y lubricantes") se entiende en el contexto recesivo en el que se encuentra la economía local y un desarrollo climático más benigno que lo esperado. La participación de cada rubro en el total importado: bienes intermedios 28,7%, bienes de capital 19,3%, piezas y accesorios 19,1% y combustibles y lubricantes 16,7%, confirman que más del 80% de las importaciones totales son claves para el proceso productivo doméstico, ya sea como insumo (bienes intermedios y energéticas) o para incrementar la capacidad productiva (bienes de capital y piezas y accesorios).
En definitiva, importaciones reducidas o restringidas inexorablemente significan reducir el crecimiento.
Dado que las exportaciones también tuvieron un marcado retroceso en 2014, con una contracción del 11,9% respecto de 2013, sumando US$ 71.935 millones contra los US$ 81.660 millones de 2013, el superávit comercial descendió en 2014 a US$ 6.686 millones, lo que marca una baja del 15,9% respecto de los US$ 8.006 millones de 2013. Esta caída del pasado año es la tercera consecutiva en el saldo comercial anual, y la más baja en términos absolutos de la última década. El volumen total del intercambio (exportaciones + importaciones) apenas supera lo ocurrido en el año 2010.
Mirando al 2015: la posible perspectiva de un nuevo superávit comercial anual bajo impondría un fuerte limitante a una mayor flexibilización del esquema actual de administración del comercio de importación, por lo que la evolución sectorial dependerá de la posibilidad del Gobierno de incrementar la oferta de dólares por vías alternativas al canal comercial, debido a que el estancamiento en la demanda mundial y la caída en el precio de las materias primas hacen muy poco probable que ocurra por la vía de las exportaciones.
La solución de la restricción externa aparece entonces como el factor crucial para relajar cualquier necesidad de limitar importaciones, y de esa manera permitir un mayor dinamismo en el nivel de actividad; un comportamiento inverso probablemente acentuaría las medidas ya conocidas. En cuanto a la administración del comercio en sí, el equipo de la Secretaría de Comercio ha cumplido un año completo en funciones, lapso en el cual ya ha logrado conocer quienes son los importadores que actúan en todo el ciclo anual, qué productos importan, en qué cantidades y precios, cuáles de ellos (la gran mayoría) no tienen contrapartida de producción local, y a qué usos o aplicaciones productivas o de consumos imprescindibles o críticos se destinan, por lo que creemos que debería avanzar decididamente para automatizar la aprobación de esos bienes, para evitar efectos colaterales no deseados, y poder así concentrar su esfuerzo en sectores de competencia más problemática o que permitan posibilidades genuinas de sustitución.