Atlántico Sur, con futuras banderas ausentes
El 3 de febrero del 2021, la Embajada del Brasil en la República Argentina presentó sus atentos saludos al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, y comunicó la decisión del gobierno brasileño de no renovar el Acuerdo de Transportes Marítimos entre ambas naciones, que regía desde el año 1985, y que acordaba que el comercio exterior por vía marítima se realizara en forma exclusiva en buques de banderas argentinas o brasileñas.
De esta manera, al finalizar el bienio actual, el 5 de febrero de 2022, la endeble Marina Mercante Argentina, recibirá quizás, el último y definitivo golpe que la precipite a un ínfimo protagonismo.
Los motivos para adoptar esta medida, a nuestro entender, se encontrarían en la influencia del poderoso lobby industrial de San Pablo, pues de este modo se abre la oportunidad para que cualquier embarcación, de cualquier bandera, con tripulantes de cualquier nacionalidad, transporte mercaderías entre ambos países, con fletes por debajo de los actuales.
Esta simple consecuencia, aparece como un ahorro en el costo del transporte, y beneficioso para Argentina y Brasil, pero realmente no es así. Veamos:
El mercado de fletes será copado rápidamente por las grandes empresas marítimas. MAERSK, MEDITERRANEAN SHIPPING, COSCO GROUP y CMA GROUP, poseen entre ellas 2400 unidades y se encuentran en proceso de crecimiento exponencial, adquiriendo compañías menores, ordenando la construcción de mayores portacontenedores, desarrollando expansión vertical (adquisición de terminales portuarias, depósitos de mercaderías, remolques, etc.) con lo cual, las flotas nacionales de Brasil y Argentina, sólo tendrán como mercado el cabotaje nacional.
Pero tampoco lo anterior constituirá el último refugio de nuestras empresas. Con la navegación fluvial, hoy en manos de empresas paraguayas y bolivianas, lo marítimo se reducirá a una línea para contenedores de Buenos Aires a la Patagonia y al transporte petrolero desde el sur a las destilerías del área metropolitana.
Nuestros hermanos brasileños durarán un poco más. Su país es más extenso, más poblado, con mayores puertos para la distribución de la importación y consolidación de la exportación.
Finalmente, ambas Marinas mercantes colapsarán. ¿Cuántos cargadores resistirán embarcando en buques nacionales, cuando por los puertos, con banderas extranjeras, recalan unos y parten otros con bodegas vacías? Volverán los reclamos de abaratar costos, aún para el cabotaje, y es probable que se escuche de nuevo la misma razón.
Finalizada esta etapa, tendremos solamente tres o cuatro empresas transnacionales dominando la matriz logística del país. ¿y cuál sería el costo del transporte?.. El que fije el dominador del mercado, y ya no habrá banderas mercantes nacionales navegando en el Atlántico Sur, sufriendo el comercio regional y los cargadores los mayores fletes impuestos por la ausencia de competencia.
Asimismo, aquí surge otro interrogante, no económico, sino geopolítico.
La Marina Mercante siempre ha sido el apoyo y reserva para la custodia de las aguas propias. Creemos que Brasil, con su espíritu de nación-continente, no verá con agrado la segura y drástica reducción, o la posible desaparición, de su flota mercante.
Su Presidente, de firme fervor nacional y de espíritu castrense, está accediendo a reclamos económicos, emprendiendo acciones que inquietan no solo a sus navieros, sino también a su Armada y, particularmente, a Itamaraty.
Pues bien. Planteado el problema, hay que buscar soluciones, urgentes y efectivas.
Al momento sólo nos surgen un par de alternativas.
La primera es adoptar una decisión soberana, tal como lo hizo Brasil sin previa consulta, que constituiría en establecer una reserva de cargas con destino a ese país, para buques argentinos. Esta medida ya ha sido empleada recientemente con la República del Paraguay, también miembro del Mercosur, y estaría exenta de ser contestada por otra similar brasileña, pues ello llevaría a reestablecer de hecho el Convenio de 1985. Entendemos que esto puede interpretarse como una escalada en las relaciones marítimas y comerciales entre ambos lados, pero podría suavizarse agregando una cláusula que indique que en el caso de no contarse con bodega propia, puede emplearse buques con bandera brasileña.
La segunda, más política-diplomática, es aprovechar la próxima reunión de presidentes en el marco del Mercosur, que se realizará en este mes de marzo, para que ambos mandatarios, atendiendo las razones geopolíticas mencionadas, encuentren una morigeración al acto soberano pero también unilateral y ajeno al espíritu de la Institución que los convoca en esta ocasión.
Creemos que pueden encontrar una línea política coincidente con los pensamientos de las dirigencias de Argentina y Brasil.
Las aguas de este hemisferio deben contemplar los pabellones de sus países ribereños y ser navegadas por quienes provienen de sus playas.