Día de la Marina Mercante: entre la presión desregulatoria y el desafío de sostener la soberanía logística
En pleno proceso de cambios normativos que reconfiguran el comercio exterior, el Día de la Marina Mercante Argentina llega este año atravesado por un clima de preocupación creciente en todo el sector. Armadores, sindicatos, exportadores y especialistas coinciden en que las recientes medidas de desregulación impulsadas por el Gobierno no solo alteran la estructura operativa del transporte fluvial y marítimo, sino que también abren interrogantes sobre la capacidad del país para preservar su soberanía logística en un momento crítico para la competitividad.
Lejos de ser una efeméride más, la conmemoración encuentra a la Marina Mercante en un punto de inflexión. La flexibilización de normativas que históricamente protegieron la flota de bandera (desde requisitos de tripulación hasta condiciones de cabotaje) genera un escenario donde los costos operativos y la eficiencia conviven con un riesgo palpable: el reemplazo progresivo del pabellón nacional por embarcaciones extranjeras que operan con marcos regulatorios más laxos.
Un sector que sostiene el comercio, pero pierde terreno
La Argentina moviliza más del 90% de su comercio exterior por vía marítima y fluvial, un dato suficiente para dimensionar la relevancia estratégica del sector. Sin embargo, la flota propia continúa reduciéndose y el mercado cede espacio a operadores internacionales, especialmente en la Hidrovía Paraná-Paraguay.
En este contexto, las desregulaciones aparecen como un acelerador de una tendencia que la Marina Mercante viene intentando frenar desde hace décadas: la pérdida de capacidad nacional para transportar su propio comercio. La eliminación de ciertos requisitos de bandera y de controles operativos (según advierten referentes del sector) puede derivar en una dependencia aún mayor de navieras extranjeras, con impacto directo en tarifas, disponibilidad de bodega y previsibilidad logística.
Competitividad vs. soberanía: el debate que cruza al sector
Mientras el oficialismo argumenta que la apertura del mercado es necesaria para abaratar costos y dinamizar el comercio exterior, diferentes cámaras y sindicatos coinciden en que este modelo puede convertirse en un arma de doble filo.
La ecuación es simple: si el país no cuenta con flota propia, el control de los flujos comerciales queda en manos de operadores que responden a intereses externos. Y cuando las tarifas o las rutas dejan de ser convenientes, la industria exportadora local queda expuesta a una vulnerabilidad que trasciende lo económico y se transforma en una cuestión geopolítica.
El rol de la Marina Mercante en la Argentina que exporta
Más allá del debate normativo, el Día de la Marina Mercante permite poner en valor el trabajo diario de quienes sostienen la actividad en condiciones muchas veces adversas. Cada ruta fluvial, cada puerto operativo y cada buque nacional representan no solo empleo, sino también la posibilidad concreta de que el país controle su propio abastecimiento y sus rutas hacia el mundo.
Las inversiones en infraestructura portuaria, dragado, flota y formación profesional (históricamente irregulares y sujetas a vaivenes políticos) resultan hoy indispensables para evitar que la Argentina quede relegada en una competencia global que no da tregua. En una economía donde cada dólar cuenta, perder capacidad marítima propia implica resignar margen de maniobra productivo y financiero.
Un 25 de noviembre que invita a pensar el futuro
En este aniversario, la Marina Mercante no solo celebra su historia: también reclama definiciones claras sobre el rumbo del transporte y el comercio exterior argentinos. La discusión no es meramente técnica. Se trata de decidir si el país será un actor con presencia activa en la logística regional o si dependerá crecientemente de flotas y decisiones tomadas más allá de sus fronteras.
El desafío es grande, pero también lo es la oportunidad. En un país exportador por naturaleza, con grandes corredores productivos y una geografía que exige conectividad constante, recuperar una política integral para la Marina Mercante podría convertirse en un pilar clave para fortalecer la competitividad sin ceder soberanía.
En un contexto global incierto, la Argentina necesita más que nunca una estrategia marítima propia. Y este Día de la Marina Mercante recuerda, con intensidad renovada, que el camino hacia un comercio exterior sólido empieza (y termina) en sus aguas.







































