El ciclo del agua

La Prefectura Naval Argentina, entre alguna de sus funciones, tiene la de controlar la calidad del agua de los ríos Paraná y Uruguay, que son fuente de agua para consumo humano de casi treinta millones de habitantes, por medio del buque laboratorio SPA-1 “Dr. Luis F. Leloir”, con el que se realizan dos campañas anuales de monitoreo tomando muestras de agua en una serie de puntos ubicados frente a las ciudades más importantes desde Buenos Aires hacia el norte, y en las desembocaduras de sus principales afluentes. 


24 de noviembre de 2016

El agua es la sustancia más importante que se encuentra en la naturaleza, cuyas moléculas formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, poseen propiedades especiales relacionadas con su estructura simétrica que la convierten en indispensable para la vida tal como la conocemos. Se la encuentra en una proporción del 75 % en la composición de nuestro planeta, en sus tres estados (líquido, gas o sólido), distribuida de manera químicamente estable, entre el mar, la tierra, los casquetes polares y la atmósfera, lo que permite la regulación del clima.

El agua de los océanos cubre dos tercios de la Tierra, es decir 361 millones de kilómetros cuadrados, de los 510 que forman la superficie total. El volumen de agua líquida existente en los mares y océanos se estima en 1.400 millones de kilómetros cúbicos (97,5 % del total), y en estado gaseoso se presenta como vapor de agua, en su mayor parte procedente de la evaporación de la superficie oceánica.

La cantidad media anual de agua evaporada se calcula en 316 billones de metros cúbicos, que es una capa de un metro de espesor en la superficie total de los océanos, volviendo en forma de precipitación pluvial o nieve. La presencia de vapor de agua en la atmósfera origina la propiedad denominada “Humedad”. Las zonas más húmedas del planeta son las de climas ecuatoriales y le siguen en importancia las templadas, siendo las de menor humedad las polares y desérticas.

El agua es disolvente de innumerables substancias, ya que por la naturaleza de su fórmula, presenta un bipolo entre los átomos de hidrógeno y oxígeno, que facilita la solubilización de muchas sales y compuestos. Su alta tensión superficial le permite ser ingrediente idóneo para la limpieza de todo tipo de objetos y superficies. Por su constante dieléctrica alta, solubiliza las sales y forma electrolitos, que a su vez tienen la propiedad de conducir la energía eléctrica mediante los iones que contienen.

De acuerdo a la fuente de donde proviene, el agua tiene un determinado contenido de sales, variando desde el agua de mar con un promedio de 35.000 mg/l (3,5 % en peso), hasta las aguas de algunos ríos y pozos cuyo contenido salino es muy variable, fluctuando entre 500 y 1.000 mg/l, rango que se considera agua dulce o potable. Las sales contenidas en el agua generalmente son carbonatos, bicarbonatos, cloruros, sulfatos y nitratos de sodio, potasio, calcio, magnesio y litio.

El ciclo del agua es el proceso que le permite circular sobre la superficie terrestre, conformando una secuencia de eventos climatológicos al pasar de un estado físico a otro. El calor del Sol evapora el agua superficial y este vapor más liviano que el aire, asciende en la atmósfera hasta alcanzar niveles superiores más fríos, donde se condensa formando nubes. La condensación produce precipitaciones que caen a la tierra como lluvia, aguanieve o nieve. Algo de agua es retenida por el suelo y cierta cantidad escurre, regresando a los ríos, lagos y océanos.

El agua dulce es la que generalmente contiene menos de 1.000 miligramos por litro de sólidos disueltos. Los ríos y lagunas, así como los acuíferos o napas subterráneas del subsuelo, representan la principal fuente de agua dulce y su volumen ocupa cerca de 5 millones de kilómetros cúbicos, cantidad que varía según la época del año y representa un porcentaje aproximado de 2,5 % del total en el planeta. El agua solidificada se encuentra principalmente en los casquetes polares, cubriendo una superficie aproximada de 15,3 millones de kilómetros cuadrados, equivalente al 3 % de la superficie terrestre. Se estima que el volumen de hielo contenido en los glaciares es del orden de 34 millones de kilómetros cúbicos, que representan un 2,15 % del agua del planeta (86 % del agua dulce total). Para representar estas cantidades, cabe mencionar que si se fundieran estos hielos, el nivel de los océanos ascendería sesenta metros.

El agua potable es aquélla cuya calidad la torna adecuada para el consumo humano, para lo cual se establecen ciertos criterios de calidad, que son el conjunto de valores límite de ciertas sustancias presentes en el agua que se usa para beber, y también para la recreación, agricultura, propagación y producción de peces u otras especies acuáticas, y para los procesos industriales y agrícolas.

En este contexto es un elemento fácilmente contaminable, que puede ser afectada por materiales y substancias de origen natural o artificial, que si sobrepasan ciertos parámetros exceden los criterios de calidad aceptables, según el uso para el cual se considere. Esas materias naturales pueden ser sedimentos insolubles presentes en el agua, o formarse cuando el agua reacciona en las superficies con las cuales se mantiene en contacto durante varios procesos. Estos productos pueden ser de origen biológico, provenir de la erosión, escamas, o polvo presente en la atmósfera.

En el caso de las substancias artificiales, su presencia dañina o inconveniente en el agua puede provenir de las alcantarillas, desechos industriales, efluentes urbanos y hasta de la lluvia que diluye los residuos superficiales, escurriendo en concentraciones tales que la hacen inadecuada para su uso. Es agua contaminada no purificada, proveniente de las unidades fabriles y asentamientos residenciales, cuya regeneración puede lograrse natural o artificialmente. La primera se produce durante el ciclo hidrológico de evaporación y condensación, así como gracias a los microorganismos degradadores que contribuyen a descomponer la materia y por ende a su purificación. La depuración artificial se efectúa mediante plantas de tratamiento específicas, según el tipo de sustancias contaminantes que predomine.

Es decir que el agua, por su gran número de aplicaciones y usos, es muy susceptible a la alteración de sus características fisicoquímicas originales, y su contaminación puede presentarse por residuos orgánicos, agentes patógenos, nutrientes vegetales, sales y minerales, sedimentos, sustancias radioactivas y energía, por lo que resulta muy importante determinar el grado de contaminación que un cuerpo de agua puede alcanzar, en función de su capacidad de dilución y la velocidad de difusión específica de cada uno de los contaminantes presentes.