Morgan, con el catalejo fijo en la hidrovía y el mapa clavado con una daga

Una vez más, el Pirata más conocido del sector nos comparte novedades exclusivas. Morgan apunta su catalejo a la Hidrovía y desmenuza un sistema de peajes que cobra por tramos no navegados.


08 de octubre de 2025

Pibe: —Morgan… ¿qué pasa con los peajes? Me dijeron que Buenos Aires paga por caminos que no pisa.

Morgan: —Te lo cuento sin firmas, Pibe. El río está cortado en secciones viejas, hijas de los 90: Recalada-zona común —donde todos navegan y nadie tiene puerto—, después La Plata-San Pedro; de San Pedro para arriba hasta Timbúes; y más al norte, el Alto Paraná. El truco: los que entran a Buenos Aires, Dock Sud o La Plata recorren un 35% del trayecto… y pagan como si fueran hasta San Pedro. Cabina de peaje allá, factura acá. En ninguna autopista pasa, pero en el río sí.

Pibe: —¿Y encima esa parte es la más cara de mantener?

Morgan: —Al revés, grumete. Lo caro empieza al norte de Buenos Aires: Canal Mitre, más distancia, más balizas, más draga. La patada fuerte está donde no llegan esos barcos. Pagás donde no vas… y donde no te dejan ir.

Pibe: —¿Y los cruceros?

Morgan: —Les duele más. La fórmula cobra por tonelaje de registro neto —el peso del buque, no la carga—. Un crucero es un hotel de 300 metros con rueditas de agua. Pesa más que un porta. Castigo doble por turismo.

Pibe: —¿Nadie enderezó esto?

Morgan: —Hubo mesas en la ANPyN. Se tocó la víbora con guante: se dejaron las secciones igual, pero se acordó un tope de 32.000 TRN para los que vengan a Buenos Aires, Dock Sud o La Plata. ¿Tenés un feeder chiquito? Pagás lo que marcás. ¿Venís en un MSC de 60.000? Pagás 32.000. No tocás el tablero, pero le bajás el volumen al despropósito.

Pibe: —Algunos dicen “cobremos por kilómetro navegado”.

Morgan: —Suena justo hasta que licitás 30 años de draga y balizas. Dos fórmulas, dos mundos: imposible comparar ofertas sin que explote el Excel. Una sola regla o naufragan las cuentas.

Pibe: —¿Esto mejora la pelea con Montevideo?

Morgan: —Si encarecés la hidrovía, regalás feeders. Si la hacés competitiva, traés directos a La Plata, Dock Sud y Buenos Aires. El tope ayuda, pero la llave es el calado.

Pibe: —¿Cuánto fondo?

Morgan: —Arranquemos por 39 pies. Hoy operás 34 y hay tramos a 36. Para 39 necesitás 600 km de draga y cuatro años de paciencia. Hablar de 42 sin pasar por 39 es fan fiction hidráulica. Paso a paso; aprendé cómo respira el río cerca de donde querés llegar.

Pibe: —¿Y el ambiental?

Morgan: —Falta la evaluación de impacto. A 39 no debería arder Troya, pero siempre aparece el ambientalista con quinta sobre el río. Que grite: obliga a hacer las cosas bien.

Pibe: —¿Cuándo zarpamos?

Morgan: —Si la licitación de la hidrovía amarra en tiempo, el primer semestre del año que viene debería salir del muelle. Ahí Buenos Aires tiene que largar sus proyectos.

Pibe: —¿Una o dos terminales en BA?

Morgan: —Masterplan gubernamental dibuja una. Entre La Plata y Zárate movés 2 millones de TEUs con 5 o 6 terminales; en Santos mueven 5 millones con 3. Mucho muelle para poca caja. Sin más carga, sobran alambrados y faltan barcos.

Pibe: —Entonces, ¿la receta?

Morgan: —Cortar peajes fantasmas, tope para lo que no navega, profundizar a 39, ordenar el mapa de terminales y dejar de vivir con reglas de cuando Buenos Aires era el rico y el Up-River un murmullo. Hacés eso y el Río de la Plata vuelve a competir en serio.

Pibe: —¿Y si no lo hacen?

Morgan: —Seguimos pagando por lo que no pisamos, mirando cómo los directos se van a Montevideo y rezando por que el Excel encaje. Esto no me cierra, Pibe. Entre San Pedro y el Mitre todavía hay gato encerrado… y el gato cobra peaje.